lunes, 15 de junio de 2015

Las matanzas perpetradas por el Bando Rojo no fueron obra de incontrolados; al contrario, estuvieron cuidadosamente organizadas

A pesar de los intentos  de los “historiadores” “progresistas” en reescribir una Historia que no fue y que se aleja totalmente de  la realidad

Según la “historiografía” roja, desde el 18 de julio de 1936 hasta el 1 de abril de 1939 en muchas zonas de España (las dominadas por los rojos) “algunas personas (derechistas, católicos, militares, comerciantes…) murieron y algunos edificios (iglesias, capillas, catedrales…) se quemaron a causa de los trágicos sucesos” (o algo parecido).

Las personas de derechas mueren, nunca son asesinadas por los milicianos rojos; por su parte, los edificios se queman de manera casual, impersonal, nunca son quemados por los milicianos rojos, enemigos de la religión, de la libertad, de la cultura y del arte.

Por lo que, si hiciéramos caso a tales “historiadores” de cuya objetividad dudamos, creeríamos que entre 1936 y 1939 hubo en España una rara epidemia que hizo morir espontáneamente a decenas de miles de católicos y/o derechistas; y que, además, otro raro fenómeno desconocido provocó, casualmente, la quema de iglesias sin causalidad alguna. Nadie las quemó; de hecho, los responsables fueron los “trágicos sucesos”.

Pero eso no es verdad. Los culpables de los asesinatos y de las quemas fueron los siguientes:
  • Socialistas: Psoe, Ugt y Juventudes Socialistas.
  • Comunistas: Pce, Psuc y Juventudes Comunistas (o Socialistas Unificadas).
  • Trosquistas: Poum.
  • Separatistas: Esquerra (separatistas catalanes) y, en menor medida, Pnv (separatistas vascos).
  • Anarquistas: Cnt, Fai y Juventudes Libertarias.
  • Republicanos de izquierda: Izquierda Republicana y Unión Republicana.
Todas estas organizaciones azuzaron a sus seguidores para que eliminaran (es decir, asesinaran) a todos los enemigos del Frente Popular y para que quemaran y demolieran todas las iglesias, catedrales, capillas, basílicas, oratorios… que encontraran; y si alguna no era destruida, era sólo porque pensaban dedicarla a otros usos distintos de de aquéllos para los que habían sido construidas.

Además, estos mismos (ir)responsables (repito: socialistas, comunistas, anarquistas, separatistas, republicanos de izquierda) dieron la orden de exterminio contra todos los miembros de la Iglesia Católica. Y fue escrupulosamente cumplida por la inmensa mayoría de sus militantes que se dedicaron al asesinato inmisericorde de sacerdotes, obispos, monjas, frailes, seminaristas y seglares por el mero hecho de ser católicos. No fue obra de algunos incontrolados; al contrario, fue organizado, planificado, dirigido, realizado, comprobado y ejecutado con el uso de todos los medios posibles para lograr esos fines diabólicos.

Fue una estrategia perfectamente diseñada y desarrollada en la zona roja desde el mismo 18 de julio de 1936, y ensayada anteriormente en Asturias en octubre de 1934 cuando también “se murieron durante los trágicos acontecimientos” decenas de personas (preferentemente, sacerdotes y religiosos).

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