Las matanzas perpetradas por el Bando
Rojo no fueron obra de incontrolados; al contrario, estuvieron cuidadosamente
organizadas
A pesar de los intentos de los “historiadores” “progresistas” en
reescribir una Historia que no fue y que se aleja totalmente de la realidad
Según la “historiografía” roja,
desde el 18 de julio de 1936 hasta el 1 de abril de 1939 en muchas zonas de
España (las dominadas por los rojos) “algunas personas (derechistas, católicos,
militares, comerciantes…) murieron y algunos edificios (iglesias, capillas,
catedrales…) se quemaron a causa de los trágicos sucesos” (o algo parecido).
Las personas de derechas mueren,
nunca son asesinadas por los milicianos rojos; por su parte, los edificios se
queman de manera casual, impersonal, nunca son quemados por los milicianos
rojos, enemigos de la religión, de la libertad, de la cultura y del arte.
Por lo que, si hiciéramos caso a
tales “historiadores” de cuya objetividad dudamos, creeríamos que entre 1936 y
1939 hubo en España una rara epidemia que hizo morir espontáneamente a decenas
de miles de católicos y/o derechistas; y que, además, otro raro fenómeno
desconocido provocó, casualmente, la quema de iglesias sin causalidad alguna.
Nadie las quemó; de hecho, los responsables fueron los “trágicos sucesos”.
Pero eso no es verdad. Los
culpables de los asesinatos y de las quemas fueron los siguientes:
- Socialistas: Psoe, Ugt y Juventudes Socialistas.
- Comunistas: Pce, Psuc y Juventudes Comunistas (o Socialistas Unificadas).
- Trosquistas: Poum.
- Separatistas: Esquerra (separatistas catalanes) y, en menor medida, Pnv (separatistas vascos).
- Anarquistas: Cnt, Fai y Juventudes Libertarias.
- Republicanos de izquierda: Izquierda Republicana y Unión Republicana.
Todas estas organizaciones
azuzaron a sus seguidores para que eliminaran (es decir, asesinaran) a todos
los enemigos del Frente Popular y para que quemaran y demolieran todas
las iglesias, catedrales, capillas, basílicas, oratorios… que encontraran; y si
alguna no era destruida, era sólo porque pensaban dedicarla a otros usos
distintos de de aquéllos para los que habían sido construidas.
Además, estos mismos
(ir)responsables (repito: socialistas, comunistas, anarquistas, separatistas,
republicanos de izquierda) dieron la orden de exterminio contra todos
los miembros de la Iglesia Católica.
Y fue escrupulosamente cumplida por la inmensa mayoría de sus militantes que se
dedicaron al asesinato inmisericorde de sacerdotes, obispos, monjas, frailes,
seminaristas y seglares por el mero hecho de ser católicos. No fue obra de
algunos incontrolados; al contrario, fue organizado, planificado, dirigido,
realizado, comprobado y ejecutado con el uso de todos los medios posibles para
lograr esos fines diabólicos.
Fue una estrategia perfectamente
diseñada y desarrollada en la zona roja desde el mismo 18 de julio de 1936, y
ensayada anteriormente en Asturias en octubre de 1934 cuando también “se
murieron durante los trágicos acontecimientos” decenas de personas
(preferentemente, sacerdotes y religiosos).
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