martes, 26 de enero de 2016

En Estados Unidos los jueces “progresistas” imponen sus criterios a toda la población
Para favorecer la homosexualidad y el aborto contra el criterio mayoritario de los americanos

Es Estados Unidos de América una gran democracia, la primera en desarrollarse en todo el mundo. Sin embargo, no siempre se respeta la esencia de la democracia. Es lo que ocurre con el derecho a la vida recortado con la legalización del aborto o el derecho al matrimonio y a la protección de la familia, recortado con la extensión de los derechos y deberes matrimoniales a uniones que no lo son.

En el caso del aborto, fue en 1973 cuando siete jueces abortistas impusieron a todos los americanos la posibilidad de eliminar (este verbo puede ser sustituido por asesinar, matar ,quitarse de en medio…) legalmente a los bebés antes de su nacimiento. En aquella ocasión sólo dos jueces defendieron el derecho a la vida. En aquella época el aborto era ilegal en todos los casos en 30 estados de la Unión, en 16 se admitía el aborto en una serie de supuestos y sólo en 4 se podía asesinar a los hijos no nacidos con sólo pedirlo. Cinco jueces impusieron a todos los americanos y contra la voluntad de una mayoría de la población, la supresión de la protección a los hijos en el lugar que debería ser más seguro para ellos: el vientre de su madre. Por culpa de esa ley, se han cometido en poco más de 40 años casi 50 millones de abortos (asesinatos legalizados).

Desgraciadamente, otra decisión judicial impuse recientemente a todos los americanos las ideas inhumanas, insensatas, descabelladas y rupturistas de los liberals (progresistas) americanos empeñados en perseguir la normalidad y el respeto a la ley natural. Por eso, en 2015, cinco jueces homosexualistas impusieron a todos los americanos una nueva definición de matrimonio frente a cuatro jueces sensatos y profamilia (perdón por la redundancia). Ahora en Estados Unidos cualquier unión de dos personas puede ser declarada matrimonio.

Según el sentido común, la realidad de la naturaleza y la sensatez, el matrimonio es la unión de un hombre y una mujer que tienen la posibilidad de tener hijos, y que, por lo tanto, es un bien para toda la sociedad y merece protección y apoyo.

En cambio, según los progresistas, el matrimonio es una unión de dos personas (no importa su sexo ni su situación) a las que hay que equipar al matrimonio natural (ellos lo intentan desacreditar llamándolo tradicional, lo cual es un halago) aun cuando nunca puedan tener hijos, no representen ningún bien para la sociedad y, por lo tanto, no merezcan la misma protección y apoyo que un matrimonio.

De momento esta nueva definición de matrimonio está restringida a dos personas, aunque no deberíamos estar tranquilos porque a alguien se le puede ocurrir que los polígamos están discriminados y si consiguen convencer a los medios de comunicación y a los políticos, en breve, se ampliará la definición de matrimonio para incluirlos (más aún en un país como Estados Unidos donde una minoría como los mormones lo defienden). Además, la aceptación de la poligamia sería para los progresistas un signo de tolerancia multicultural con los musulmanes que, así mismo, la contemplan.

¿Por qué algo que es tan evidente, que no se puede tratar y llamar de la misma manera a realidades que son distintas, algunos nos lo quieren imponer a toda costa?

Y sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos de los más poderosos medios financieros y de comunicación (cine, televisión, periódicos… que son grandes negocios multimillonarios y de ideología muy “progresista”) una mayoría de americanos sigue estando a favor de la vida y del matrimonio natural y verdadero. 

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