El separatismo y la extrema
izquierda, nuevamente, contra la unidad de España
Frente a los antiespañoles multitud de
banderas españolas ondean en los balcones y ventanas de Gijón y de toda España
En octubre de 1934 se producía el golpe
de Estado auspiciado por la extrema
izquierda (socialistas y anarquistas, con la colaboración de los
comunistas) contra la legalidad entonces vigente y, en especial, contra el Gobierno legítimo compuesto
por los centristas del Partido Radical
y la derecha católica de la CEDA.
Al mismo tiempo, los separatistas catalanes de la Izquierda Republicana
de Cataluña llevaban a cabo otra acción
golpista circunscrita al territorio regional que pretendía la separación
más o menos total de Cataluña respecto del resto de España.
Ambas intentonas golpistas no estaban coordinadas pero a nadie le pareció
extraño que la extrema izquierda y
los separatistas confluyeran en sus
respectivas rebeliones antidemocráticas.
Han pasado más de 80 años desde
entonces y como no hay nada nuevo bajo el sol, la extrema izquierda (ahora representada por los dos partidos
comunistas que tenemos en España y por una parte del socialista que odia a su
propia Nación) y el separatismo catalán
vuelven a atentar contra la legalidad vigente y a intentar romper la unidad de
España mediante la ejecución de un golpe de Estado “institucional”: los separatistas proclamando la
independencia de forma descarada y
la extrema izquierda de forma más
sutil “comprendiéndolos” y alentando un inexistente “derecho a la
autodeterminación” que únicamente se podría aplicar a territorios colonizados,
lo que no es el caso.
Sin embargo, la respuesta clara del pueblo español, al
que han secundado políticos y magistrados, ha sido ejemplar. En toda España los balcones, las ventanas,
las tiendas y los lugares más inverosímiles están llenos de banderas nacionales mostrando la clara voluntad de la inmensa mayoría de
los españoles que queremos seguir viviendo en una Patria unida, grande y libre.
Porque España es una realidad histórica, social, política, religiosa y
económica que tiene siglos de existencia, que es un bien social y que no se
puede ni se debe romper por la ignorancia, la maldad, la intolerancia, la
xenofobia y las mentiras de unos pocos.