Dos bellas homilías de Monseñor Rouco Varela que algunos (los de siempre) critican
En los funerales de Estado por las víctimas de los atentados terroristas del 11 de marzo de 2004 y por el alma del expresidente del Gobierno Español, Don Adolfo Suárez
Monseñor Rouco Varela (Fotografía tomada de la página de la Conferencia Episcopal Española) |
Las homilías pronunciadas por Monseñor Rouco Varela en los Funerales de Estado por las víctimas de los atentados terroristas del 11 de marzo de 2004 y por el alma del expresidente del Gobierno Español, Don Adolfo Suárez, son un precioso ejemplo de caridad cristiana. Sus palabras reconfortan y acompañan en el dolor a los familiares y amigos de los fallecidos y dejan la puerta abierta a la esperanza. Animo a leerlas porque están llenas de fe, de esperanza, de caridad y de paz.
http://www.revistaecclesia.com/homilia-del-cardenal-rouco-en-el-funeral-de-estado-por-adolfo-suarez/
Después de haberlas leído creo que son grotescas las críticas contra Monseñor Rouco Varela. Se nota una agresividad oscura e injusta en la valoración de unas palabras medidas y conciliadoras. Hay que ser muy rebuscado (o cosas peores) para encontrarlas indignantes, impresentables, fuera de lugar…
Estas reacciones contra el Cardenal Arzobispo de Madrid en particular, y contra la Iglesia Católica en general, ya no nos sorprenden porque son la tónica habitual en los ámbitos de la izquierda y del separatismo. Hubiera dicho lo que hubiera dicho lo hubieran criticado igual. Sólo les vale el silencio de aquéllos que, como los cristianos, no pensamos ni actuamos como ellos. Lo que tampoco sorprende es la irracionalidad de esas críticas, su necedad, su pobreza intelectual, su odio indisimulado y su ignorante soberbia.
Es curioso que personas que se proclaman laicas, agnósticas, ateas o laicistas estén tan preocupadas por las palabras que expresa un Cardenal de la Iglesia Católica. Parece, más bien, que lo que los molesta es que siga existiendo la Iglesia en España.
Que suene el Himno Nacional Español en una Misa es algo normal. El Himno Nacional Español no debe escucharse sólo cuando lo autoricen ciertos políticos o en actos deportivos. Es la seña de identidad de nuestra Nación.
Vivimos en un Estado aconfesional, no laico, donde “los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones” (Artículo 16 de la Constitución Española ). Si Don Adolfo Suárez era católico y quería un funeral católico, ¿por qué hay violar la voluntad del difunto y hacer un “funeral civil”? ¿En qué consiste eso? ¿Y por qué un funeral por el alma de un católico con una relevancia pública ha de ser un acto laico? No contenta la izquierda y los laicistas (perdón por la redundancia) con decirnos lo que debemos hacer en vida, ahora también quieren organizar los funerales de los muertos. ¿Por qué les molesta tanto a los que dicen defender las “libertades” que los católicos ejerzamos nuestra libertad religiosa y de expresión? Las reminiscencias del marxismo todavía siguen ahí.
Monseñor Rouco Varela afirmó que Adolfo Suárez “quería superar para siempre la guerra civil: los hechos y actitudes que la causaron y que la pueden causar”. ¿Es esto justificar una guerra, es llamar a iniciar otra? La Iglesia Católica no apoyó inicialmente el Alzamiento Nacional. Hubo de pasar más de un año (y que los rojos asesinaran a decenas de miles de consagrados y seglares) para que los Obispos Españoles escribieran su Carta Colectiva de apoyo a la Cruzada Nacional frente al totalitarismo materialista ateo. El Cardenal Don Antonio María Rouco Varela tiene todo el derecho del mundo a decir lo que dijo. Es más, la Iglesia Católica tiene 6.832 consagrados (Obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y seminaristas víctimas de la represión roja) y otras decenas de miles de seglares asesinados por comunistas (estalinistas), socialistas (favorables a la lucha de clases y a la dictadura del proletariado), separatistas y republicanos de izquierdas. No creo que los representantes ideológicos del bando que los asesinó tengan derecho a quitar la palabra (como antes hicieron con la vida) a los que discrepan de sus ideas.
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