martes, 27 de octubre de 2015

La ridícula fascinación de la izquierda por sustituir lo tradicional por sus “modernas” ocurrencias
O cómo en Oviedo quisieron llamar Avenida de Francia a la Calle de Uría y cómo en Gijón quisieron llamar Avenida de Rusia a la Calle Corrida

La calle principal de Oviedo desde finales del siglo XIX es la Calle de Uría, llamada así en honor del político que impulsó muchas e importantes obras públicas en el Principado de Asturias.

En 1918, el Ayuntamiento de Oviedo dominado por reformistas, republicanos y socialistas; es decir, la izquierda progresista de la época, quiso imponer lo que ellos consideraban la “modernidad” y celebrar, de paso, la victoria de Francia (más bien de lo que ellos consideraban la Francia revolucionaria idealizada por la izquierda en España) en la Gran Guerra de 1914-1918. Para ello, decidió cambiar el nombre de la Calle de Uría por el de Avenida de Francia. Semejante decisión provocó la inmediata repulsa de los vecinos ovetenses que se manifestaron contra tamaña estupidez y tamaña injusticia.  La izquierda ovetense tuvo que desechar su idea.

En 1937, después de que el Alzamiento Nacional no hubiera triunfado en Gijón, los dirigentes rojos de la ciudad, especialmente los comunistas, quisieron cambiar el nombre de la Calle Corrida, la principal de Gijón, y denominarla Avenida de Rusia en honor a la dictadura totalitaria soviética que estaba entonces sometida a la bota del dictador genocida Stalin. Dicha propuesta no prosperó y, gracias a Dios, Gijón fue liberado en pocos meses. Así, con la entrada de las Tropas Nacionales la Calle Corrida mantuvo su nombre popular y tradicional sin temer una nueva iniciativa de cambio.

Ambos ejemplos reflejan tres constantes de la izquierda en España:
  • Por un lado, el apoyo a las dictaduras y a los golpes de estado si éstos son realizados por la izquierda.
  • En segundo lugar, el poco aprecio que tienen por nuestra Patria y por nuestros compatriotas ilustres (sobre todo, si no son de su ideología), así como la ridícula fascinación que siente por lo extranjero.
  • Y finalmente, la inmensa capacidad para promover estupideces y payasadas que sólo consiguen dividir a los españoles y hacernos perder el tiempo.
Quizás así podamos comprender la tendencia de la izquierda actual, tan creativa como la de antaño, por mortificarnos con sus ocurrencias.

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