Inexactitudes, falsedades y mentiras
aparecidas a raíz de la abdicación del Rey Juan Carlos I y la proclamación del nuevo
Rey de España Felipe VI
Es imposible entender nuestra Historia
tal y como se cuenta hoy en día
Entre
la multitud de declaraciones que se sucedieron a raíz de la abdicación del Rey
de España Don Juan Carlos I hubo unas cuantas que se alejaron bastante de la
realidad, bien por ser falsas o bien por silenciar la verdad de los hechos.
La Monarquía en España existe hoy gracias a la Restauración de la
misma llevada a cabo por el Generalísimo Franco. Negarlo es negar la evidencia.
Pero el Caudillo no instauró la
Monarquía de la nada, simplemente devolvió sus derechos
sucesorios a la Dinastía
reinante antes del corte provocado por la irrupción antidemocrática e ilegítima
de la República
después de unas elecciones municipales en las que los resultados fueron cuando
menos bastante similares para monárquicos y republicanos (¿es democrático
cambiar de Régimen después de unas elecciones municipales? ¿Por qué la
II República no convocó un Referendum para
legitimarse o para aprobar la inicua y sectaria Constitución de 1931?).
Francisco
Franco no tuvo en vilo a Don Juan Carlos hasta que éste juró como Sucesor del
Generalísimo a Título de Rey; simplemente cumplió con lo establecido en la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado
aprobada en referendum por el pueblo español en 1947. En ella, España quedaba
definida como un “Estado católico, social y representativo” que se constituía
como Reino. El Sucesor de Franco debía ser un varón, católico, español y mayor
de 30 años. Don Juan Carlos había nacido en 1938, por lo que hasta 1968 no podía
ser designado por las Cortes Españolas como Sucesor del Caudillo.
España
no ha vivido en estos últimos 40 años el mejor período de su Historia. Se puede
decir que no fue de los peores. Pero se me ocurren otros mucho más brillantes
de nuestra Historia. Por ejemplo, los reinados de los Reyes Católicos, Carlos I
de España, Felipe II, Felipe V, Fernando VI, Carlos III, Alfonso XIII (incluida
la época de Primo de Rivera) y el Régimen del Generalísimo Franco.
España
en 1975 no estaba aislada internacionalmente. Mantenía relaciones diplomáticas
con una gran mayoría de naciones y era miembro de pleno derecho de la ONU desde 1955. Con la
entonces Comunidad Económica Europea había firmado en 1970 un Acuerdo Económico
preferencial. Esa CEE se componía de sólo 6 países (los tres del Benelux,
Francia, Alemania e Italia) en 1973. Ese año se unieron Gran Bretaña, Irlanda y
Dinamarca, naciones que según esa curiosa teoría estaban también aisladas
internacionalmente.
En
1975 se había erradicado de facto el analfabetismo en España (alrededor del 40%
de analfabetos todavía en la época de la
II República), la escolarización era
obligatoria hasta los 14 años (la
EGB de la Ley General
de Educación de 1970), la Seguridad Social
había sido creada por el Régimen del Generalísimo Franco tanto en lo
concerniente a las pensiones y al mundo laboral como a la atención sanitaria
(de la década de 1960 datan la mayor parte de los Hospitales y Residencias
Sanitarias que hay hoy en día en España), el porcentaje de paro en España era
del 3% y el nivel de vida era inferior al francés (por poner a la nación vecina
de ejemplo) en un nivel semejante al de hoy en día.
El
Régimen del Generalísimo Franco no se “apropió” de los símbolos de España (escudo,
bandera, himno, historia), simplemente recuperó los que la
II República había cambiado. Que
una parte mayoritaria de la izquierda no respete los símbolos de España (la bandera bicolor, el himno, la
historia…) no es por el franquismo, es por odio a España. En Portugal (o en
Italia o en Alemania), la izquierda podía decir que el Régimen de Oliveira
Salazar se apropió de los símbolos portugueses, pero los izquierdistas lusos no
tienen ningún problema en enarbolar su bandera nacional, al contrario de lo que
pasa en España.
Cada
vez que se habla de la
Historia de España se percibe un desconocimiento total o una
deplorable manipulación basada en la interpretación de los hechos pasados según
la ideología presente del que los enjuicia. Es necesario que desaparezca la
manipulación marxista o progresista de la Historia empeñada en contar una versión falsa del
pasado para justificar el presente.